Desde el siglo VIII a.C con los fenicios las salazones han estado en nuestra dieta. Justo a partir de entonces, las conservas y las salazones se convirtieron en el método más idóneo para mantener los alimentos en buen estado y que pudieran ser consumidos. Con el paso del tiempo y la introducción de nuevas técnicas de cocina y alimentos junto con los avances sociales y tecnológicos, el consumo de estos productos fue disminuyendo hasta que a día de hoy este tipo de productos han quedado reducidos a un consumo esporádico.
Normalmente consumimos conservas y salazones en momentos puntuales. Un aperitivo especial para esa comida familiar o para una cena con amigos. Una tapa gourmet en ese bar de la esquina. Un plato de temporada que hemos pedido en el restaurante. Platos que forman parte de momentos excepcionales. Pues bien, eso está cambiando.
La mojama y más concretamente la Mojama de Barbate y la Mojama de Isla Cristina, gracias a sus propiedades nutricionales y su calidad, está aumentando su presencia en las cocinas españolas. El mayor conocimiento entre la calidad de la mojama certificada y la que no, ha sido el factor determinante a la hora de seleccionar una u otra.
En 2018 la venta de la mojama con denominación de origen creció un 20%.
La Mojama de Barbate y la Mojama de Isla Cristina aumentaron sus ventas un 20% en 2018 alcanzando los 121.000 kilos de mojama vendidos. La importancia de este sector se va abriendo hueco entre las bases de la economía española. Además de aportar mayor calidad y renombre a la gastronomía española, este producto se está convirtiendo en un referente a nivel internacional. Tanto es así que la salazón con denominación de origen facturó el año pasado 4 millones de euros.
Este incremento de las cifras se debió a la fuerte campaña promocional de la mojama por las provincias de Andalucía y por otras comunidades autónomas como Madrid, Barcelona, San Sebastián, Zaragoza y Valencia.
Hay que añadir que la venta de este tesoro del mar no sólo favorece a España en cuanto a prestigio internacional y economía, sino que además disminuye el número de desempleo. La media de trabajadores por industria conservera es de 220 empleados de los cuales la mitad son mujeres.
Según el pronóstico, y teniendo en cuenta la próxima venta a otros países como a EE.UU o Corea, las cifras de este producto gourmet van a seguir en aumento. Ya sólo queda una cosa, que el ciudadano español siga apostando y defendiendo este producto como hasta ahora.