Siglos atrás, mucho antes de que se inventaran los frigoríficos y los congeladores, nuestros antepasados se rebanaban los sesos en la búsqueda de un método que permitiera alargar la vida comestible de los alimentos. Fue así como surgieron las salazones, una técnica que impide que los alimentos se descompongan y podamos así poder comerlos de una forma segura durante mucho más tiempo. ¿Cuándo y cómo surgió? Hoy en el blog de la Mojama de Barbate e Isla Cristina te lo contamos todo sobre un método de conservación ancestral, las salazones.
Un método ancestral
La salazón es una forma ancestral de conservar los alimentos. Se han encontrado vestigios de factorías en las culturas mesopotámica y egipcia, datadas en el siglo V A.C. Aunque esta técnica puede aplicarse a cualquier tipo de alimento como carnes o verduras, es en la pesca dónde se ha elevado a la categoría de cultura. Gracias al salazón el pescado no tenía que ser consumido a las pocas horas de ser capturado, por lo que se generaban excedentes. Esto propició la aparición de una industria que, gracias al comercio, llenó de prosperidad nuestras costas convirtiéndolas en unas de las zonas exportadoras por excelencia del Imperio Romano.
Las claves del proceso
La salazón, como su propio nombre indica, no es otra que cosa que utilizar sal para extraer toda el agua posible del pescado, lo que permite que las bacterias no proliferen y que también, potencia su sabor. El proceso es bastante sencillo, se trata de apilar las distintas piezas de pescado con una capa de sal entre ellas y colocar un peso sobre ellas que actúe a modo de prensa. Una vez que ha pasado unos días en sal, se lavan para quitar el exceso de sal y se deja secar.
Son muchos los pescados que se utilizan en esta técnica. Destacan las sardinas, las huevas y por supuesto, nuestra Mojama de Barbate e Isla Cristina.